Por: José Alfredo Sepúlveda – Exdirector de RI
Revista Rotary en México – Edición #55 septiembre – octubre 2025
Cuando un club no es realmente un club rotario, porque tiene una visión de Rotary tan angosta que se refiere exclusivamente a reunirse cada semana para pasarla bien con los amigos, y de vez en cuando pensar en dar algunos insumos a los pobres de su comunidad; aun en estas circunstancias este club podría ampliar su visión al instruirse, capacitarse, motivarse y hacer una campaña para atraer a nuevos socios con las características que nuestra organización solicita, y existen en el mundo casos notables de éxito al respecto.
¿Será entonces que Rotary International va más adelante que la capacidad de adaptación y motivación del rotarismo en algunas partes del mundo?… Es aquí donde los gobernadores de distrito tienen un gran reto, cuando en sus territorios existen clubes no aptos para adaptarse a los cambios que nuestras sociedades exigen, y aquí es donde los exgobernadores tienen la gran oportunidad de ayudar al gobernador o gobernadora en turno, y en el fondo ayudar a Rotary siendo mentores de los clubes más débiles de sus distritos. Este sería el verdadero papel que debe desempeñar un exfuncionario de Rotary International, y si fuera necesario, empezar la tarea en su propio club, porque no sería coherente que un exgobernador ayude a que un club crezca y se fortalezca cuando su propio club tiene menos de 15 socios y tiene problemas estructurales.
Mi opinión muy personal es que en lugar de buscar “flexibilidades” debemos cumplir al pie de la letra con nuestras normas fundamentales, crecer con calidad, hacer de nuestras reuniones semanales: atractivas y positivas; hacer obras, aunque sea pequeñas en las 5 Avenidas de Servicio, hacer el mayor esfuerzo para que los socios asistan a eventos distritales, de zona e internacionales, y tener un reglamento actualizado que refleje las prácticas que han dado éxito o copiarlo de los clubes fuertes y representativos de la comunidad.
¿Y esto cómo se puede conseguir? Capacitándose, motivándose, participando y tomándose el tiempo para proponer socios con las características anteriormente mencionadas. Mucho se ha dicho que Rotary International continuamente nos solicita incrementar el número de socios en los clubes, y que esto hace que se baje la calidad de quienes ingresan, simplemente por cumplir con una meta, y lo que no se dice es que eso nos hace perder socios calificados.
Esto último me recuerda el final de la primavera de 1984 cuando el presidente electo de Rotary International, Carlos Canseco, dijo a los gobernadores electos de Latinoamérica en la Asamblea Internacional: “Rotary merecía llegar a tener un millón de rotarios, y por ello solicitaba de todo nuestro esfuerzo de liderazgo para lograrlo”. Entonces, un gobernador electo pidió la palabra y le dijo: “Señor presidente, no cree usted que este afán de llegar al millón va a provocar que baje la calidad de los socios”, a lo que el presidente Canseco respondió: “Lo que les estoy solicitando es que aumentemos el número de rotarios, y ustedes deben aclarar esto a sus clubes; no queremos más personas, queremos más rotarios, y serán ustedes los encargados de explicar y motivar sobre nuestra meta de alcanzar el millón de rotarios”.
Este es nuestro problema principal, el no saber ingresar a nuevos rotarios a los clubes y mantenerlos vigentes, y entusiasmados; porque quienes salen de Rotary en los primeros tres años, realmente no consideraron valioso el pertenecer y no encontraron situaciones atrayentes que los mantuvieran afiliados y actuantes. Si representamos a Rotary como una pirámide y la volteamos al revés, podríamos ver que su cúspide o vértice estará tocando el suelo y eso mostrará una posible inestabilidad en toda la pirámide, y ese punto de unión entre el vértice o cúspide y el suelo es la calidad de los socios, ¡simplemente es eso! Y está en nuestras manos el poder solucionarlo.
Desde luego que estoy de acuerdo con el Secretario General de Rotary International, John Hewko, cuando habla con preocupación de la encrucijada en la que nos encontramos, y desde mi punto de vista, para que nuestro árbol se recupere se necesita podarlo, cortarle algunas ramas y, en ocasiones, hacerle injertos con ideas progresistas y positivas. La encrucijada se resolvería apostando por tener a clubes integrados por rotarios con las características que nuestros estatutos actuales exigen; igualmente, subir el mínimo de número de socios que deba tener un club rotario a 11, y aunque en un principio se pudieran perder socios, no sería así, porque si se dan de baja 10 clubes de cinco socios, se reponen creando dos nuevos clubes de 25 cada uno; si así lo hacemos y ponemos toda nuestra atención y compromiso en ello, en ocho años se revertirá nuestra debilidad para enfrentar un futuro que requiere seamos cada vez más fuertes, porque tendríamos, cuando menos, un millón y medio de socios y continuaríamos creciendo.
Esta “medicina” está pensada para nuestra parte del mundo, porque esta debilidad que nos pone frente a una encrucijada no es un problema mundial, ya que existen países, continentes y áreas en el mundo en donde están creciendo sistemáticamente, y ser rotario es una aspiración para muchas personas, pero aun en nuestra parte del mundo, hay clubes rotarios que tienen más o menos 50 socios y tienen lista de espera para ingresar.
Cuando fui parte de la Junta Directiva durante 2008-2010, pensando en todo esto, propuse la creación de un premio que el presidente de Rotary International, representando a toda la organización, debería otorgar a todo rotario o rotaria que sea un ejemplo en su club, especialmente en la propuesta y conservación de nuevos socios, además de su continua asistencia y participación directa en programas de servicio; se llamó Premio a un Constructor de Clubes, habiendo explicado la importancia de motivar la fortaleza de los clubes rotarios como base de toda la organización.
Fue aceptada y aprobada mi propuesta, pero en los siguientes años retiraron este premio, y todavía me pregunto ¿por qué? Pareciera que todavía no se dan cuenta de lo importante que es una persona rotaria que ayuda a que el club, al que pertenece, sea fuerte, motivante y eficiente.
Por eso soy un “eterno aprendiz”, por eso creo que para mejorar nuestras debilidades requerimos de más y mejores líderes (pensando en la pirámide de Maslow que no sean rotarios por necesidades económicas o porque necesitan relaciones sociales, incluso por buscar reconocimiento), que sean personas que quieran realizarse a través del servicio a los demás y puedan llegar a la cúspide siendo honestos al Dar de sí antes de pensar en sí; líderes pensando como Viktor Frankl con su libro El hombre en busca de sentido, que se distingan por sus hechos y no por sus intenciones, convicciones e ideales; y que pensando en el Sentimiento trágico de la vida de Miguel de Unamuno, tenga una verdadera fe en un ser superior que les permita ser resilientes y, por lo tanto, adaptables a los cambios permanentes de un mundo en donde la supervivencia de cualquier persona o institución dependerá de su fortaleza y adaptabilidad.
Efectivamente, nuestro Fundador Paul Harris dijo que nuestra organización debe “evolucionar” y en ocasiones “revolucionar”, y tenía toda la razón, y así se ha hecho teniendo como único límite el no dejar de ser lo que somos.
“Para que nuestro árbol rotario se recupere se necesita podarlo, cortarle algunas ramas y, en ocasiones, hacerle injertos con ideas progresistas y positivas”.